Muerte y mortalidad

En una reunión con jóvenes, en la cual yo participaba, en medio de un diálogo sobre un accidente automovilístico de uno de sus amigos, les propongo que hablemos sobre la muerte. La reacción inmediata fue… no te pongas trágica. Para qué hablar de temas tan dramáticos. Y rápidamente se cambió el sentido de la conversación. 

Nuestra concepción cultural de lo que es ser joven y viejo mucho tiene que ver con las creencias que hemos ido cultivando como sociedad occidental. Nuestro forever young nos antecede al momento de mirarnos al espejo. Y si a esto le agregamos la longevidad en aumento (en Europa Occidental como en Chile estamos alcanzando los 83 años de vida promedio), por lo que el fenómeno se hace más complejo. 

La muerte sigue siendo un tema tabú y del cual no es políticamente correcto hablar, incluso cuando la tenemos más cerca por motivos biológicos y de desgaste orgánico y/o cognitivo producto de los años. Seneca, filósofo estóico, aportaba dentro de las 7 reglas para una vida, la siguiente recomendación: “medita diariamente sobre tu mortalidad.”

¿Qué querría decirnos Seneca de poner la muerte en la reflexión cotidiana como regla para la vida?

  • La mirada de la muerte juvenil es vista como “accidental”, no natural y por tanto, como caso aislado, lejano a su cotidianeidad. Algo que les sucede a otros y no a ellos mismos. En cierta medida tienen razón. La mayoría de las defunciones según la OMS entre los adolescentes y adultos jóvenes son causado por situaciones externas y no tanto, tales como: lesiones y traumatismo producidos por accidentes de tránsito y ahogamientos, violencia interpersonal, conductas autolesivas (suicidios, consumo de alcohol y sustancias), entre otras más relacionadas con el género y la maternidad. Investigando sobre la mortalidad juvenil en Chile me encontré con una noticia devastadora. La principal causa de muerte de los jóvenes entre 15 y 29 años es el suicido, según datos del Departamento de Estadística e Información de Salud del Ministerio de Salud. Esto da para una reflexión particular. 

  • Las causas de muerte de las personas mayores tienen que ver en su mayoría con el “desgaste de material”, que se produce con los años. Según el Anuario de Estadísticas Vitales 2022, en Chile las principales causas de muerte en personas mayores de 60 a 79 años son las enfermedades cardiovasculares (enfermedades del sistema circulatorio 23,6% hombres y 25,4% mujeres), seguidas por neoplasias (tumores) y cáncer (21,7% en hombres y 25,4% en mujeres).

  • La naturalidad es que los padres mueran antes que los hijos y no viceversa. 

¿Qué sería de nuestra vida si tuviésemos conciencia que comenzamos a morir al momento de nacer? Comenzar a aceptar que nuestra vida es finita y que la muerte es parte de la vida.

¡Hagamos un poco de ciencia ficción!

Hemos olvidado nuestra idea originaria y cotidiana de lo que es vivir y morir como parte de un ciclo. Recordar (pasar por el corazón) nos puede traer la conciencia de que somos seres finitos y vulnerables, y que podemos morir en cualquier instante.

¿A qué nos puede llevar esta toma de conciencia?

  • Podría hacernos ver que cada día es un regalo, por lo tanto, una mayor apreciación por la vida. Perspectiva.

  • Inducirnos y motivarnos para perseguir nuestros sueños.

  • Aprovechar mejor el tiempo.

  • Cultivar relaciones nutritivas.

  • Centrar la atención en lo que verdaderamente nos importa, valores y prioridades… seguro que podemos agregar mucho más a la lista. 

¿No estaría mal, no les parece?

Hablar abiertamente sobre la muerte es un acto necesario para romper el tabú que la rodea. Al convertirla en un tema de conversación cotidiano, podemos disminuir el miedo, la ansiedad y el silencio que suelen acompañarla. Reconocer su presencia como parte natural de la vida nos permite prepararnos emocionalmente, compartir valores, deseos y legados, y fortalecer los vínculos con nuestros seres queridos. Solo a través del diálogo sincero y respetuoso podemos transformar el tema de la muerte en una oportunidad de crecimiento personal y colectivo.

Conversar sobre cómo queremos morir, qué hacer con nuestro cuerpo y qué ritos nos gustaría que se realicen es un acto de amor y cuidado hacia quienes quedarán. Hablar de estos temas nos permite expresar nuestros deseos más íntimos: si preferimos ser enterrados o cremados, si anhelamos una ceremonia sencilla o un homenaje lleno de música y recuerdos, o cómo queremos que nuestra memoria sea honrada. Estas conversaciones alivian a nuestras familias de decisiones difíciles en momentos de dolor, y les ofrecen la posibilidad de despedirnos de un modo fiel a lo que fuimos en vida. Al hacerlo, transformamos la muerte en un espacio de respeto, sentido y continuidad del vínculo con quienes amamos.

Que sintamos tristeza y dolor, no implica que no pueda haber celebración por lo que es, fue y nos deja .

Para concluir esta reflexión, por ahora, quiero insistir que pensar en la muerte y la finitud de la vida no es un tema de personas mayores. Es importante que nos conectemos con la mortalidad para que se transforme en reflexión a poner arriba de cualquier mesa, pudiendo ser valioso a toda edad y mientras antes mejor. Alguien dijo por ahí, “envejeces como vives”.  

Hablar de la muerte es provocar conexión con la vida, con el presente y la inmediatez como valor de lo que único que poseemos, así como con nuestra espiritualidad y trascendencia. 

Artículo escrito por Ana María Torres

Coach ontológico Senior.

Mayo 2025

Pamela Zahler